La primera directriz concreta que plantea el Papa es que la práctica de la misericordia “pide siempre ser celebrada y vivida en nuestras comunidades”. Para Francisco, el Año Santo de la Misericordia ha sido un tiempo rico e intenso en el que “la gracia de misericordia se nos ha dado en abundancia. Como un viento impetuoso y saludable, la bondad y la misericordia se han esparcido por el mundo entero”. Pero, insiste en que éste “no puede ser un paréntesis en la vida de la Iglesia, sino que constituye su misma existencia, que manifiesta y hace tangible la verdad profunda del Evangelio; [pues] todo se revela en la misericordia; todo se resuelve en el amor misericordioso del Padre”.

Así, el pontífice invita a toda la iglesia católica y a todos cuantos leerán su carta a perseverar en las obras de misericordia (corporales y espirituales) pues son estas las que al final “constituyen una prueba de la incidencia importante y positiva de la misericordia como valor social. Ella nos impulsa a ponernos manos a la obra para restituir la dignidad a millones de personas que son nuestros hermanos y hermanas, llamados a construir con nosotros una ciudad fiable”.

Si bien Francisco hace un público reconocimiento por los “muchos signos concretos de misericordia con los que las comunidades, familias y personas creyentes han vuelto a descubrir la alegría de compartir y la belleza de la solidaridad”, también afirma tajantemente que aún no son suficientes: “El mundo sigue generando nuevas formas de pobreza espiritual y material que atentan contra la dignidad de las personas. Por este motivo, la Iglesia debe estar siempre atenta y dispuesta a descubrir nuevas obras de misericordia y realizarlas con generosidad y entusiasmo”.

La invitación es a extender la actitud, las obras y el compromiso hasta que se geste una verdadera “cultura de misericordia” y una “revolución cultural” donde redescubramos lo importante que es encontrarnos con los demás y donde los gestos sean capaces de tocar la vida de las personas en cuerpo y espíritu.

Practicar más caridad

Sin duda, una de las preocupaciones centrales del papa Francisco para perseverar en la misericordia es la práctica de la caridad cristiana: “Esforcémonos en concretar la caridad y, al mismo tiempo, en iluminar con inteligencia la práctica de las obras de misericordia”.

El Papa explica que “una vez que hemos sido revestidos de misericordia, aunque permanezca la condición de debilidad por el pecado, esta debilidad es superada por el amor que permite mirar más allá y vivir de otra manera”. Y esa otra manera de vivir puede ser “en el camino de la caridad” mirando el futuro con esperanza y fe.

Por ello, instruye que las comunidades cristianas renueven su compromiso para difundir, conocer y profundizar en la Sagrada Escritura pues “el texto sagrado, leído a través de la entera tradición espiritual de la Iglesia, desembocará necesariamente en gestos y obras concretas de caridad”. También invita a los católicos que procuren el Sacramento de la Reconciliación pues “muestra la vía de la conversión hacia Dios… nos invita a experimentar de nuevo su cercanía” pero, les recuerda, que “el perdón se obtiene, ante todo, empezando a vivir la caridad”.

De tal suerte, dice el Papa, que el cierre del Año Jubilar de la Misericordia “nos sitúa en la vía de la caridad que estamos llamados a recorrer cada día con fidelidad y alegría”. “Existen –continúa Francisco- tantos signos concretos de bondad y ternura dirigidos a los más pequeños e indefensos, a los que están más solos y abandonados. Existen personas que encarnan realmente la caridad y que llevan continuamente la solidaridad a los más pobres e infelices. Agradezcamos al Señor el don valioso de estas personas que, ante la debilidad de la humanidad herida, son como una ivnvitación para descubrir la alegría de hacerse prójimo”.

Vivir el perdón

Uno de los ejes centrales de la carta apostólica ‘Misericordia et misera’ es el perdón. Hay dos disposiciones muy concretas con los cuales el papa Francisco desea mostrar la importancia de este gesto para la vida cristiana en misericordia y paz: Por un lado, extiende la facultad que da a los fieles católicos para acudir al Sacramento de la Reconciliación con los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X (ministros ordenados por obispos en formal sucesión apostólica pero sin licitud canónica) y, por el otro, la extensión indefinida de la facultad que todos los sacerdotes católicos han tenido durante el Año Jubilar para perdonar el pecado del aborto. Además, también confirmó a todos los sacerdotes Misioneros de la Misericordia en los servicios que realizaron acercando la reconciliación durante el Año Jubilar. Los tres casos necesitarán algo más que la voluntad del Papa para mantenerse institucionalmente y requieren confirmarse en reformas concretas pero Francisco las propone porque “El perdón es el signo más visible del amor del Padre, que Jesús ha querido revelar a lo largo de toda su vida. No existe página del Evangelio que pueda ser sustraída a este imperativo del amor que llega hasta el perdón. Incluso en el último momento de su vida terrena, mientras estaba siendo crucificado, Jesús tiene palabras de perdón: ‘Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen’”.

El Papa es muy claro cuando habla de esta virtud: “ninguno de nosotros puede poner condiciones a la misericordia; ella será siempre un acto de gratuidad del Padre celeste, un amor incondicionado e inmerecido. No podemos correr el riesgo de oponernos a la plena libertad del amor con el cual Dios entra en la vida de cada persona”.

La acción concreta la pide a los sacerdotes es prepararse más en el ministerio de la confesión “siendo acogedores con todos, testigos de la ternura paterna […] solícitos en ayudar a reflexionar el mal cometido, claros en presentar los principios morales, disponibles, prudentes y generosos en el momento de dispensar el perdón de Dios”.

Redescubrir la pobreza

Finalmente el papa Francisco instruye la creación de una nueva Jornada Mundial de los Pobres. Dicha jornada se podría celebrar a partir del XXIII Domingo del Tiempo Ordinario del 2017: “Será una Jornada que ayudará a las comunidades y a cada bautizado a reflexionar cómo la pobreza está en el corazón del Evangelio y sobre el hecho que, mientras Lázaro esté echado a la puerta de nuestra casa, no podrá haber justicia ni paz social”.

Francisco invita a redescubrir la pobreza como el clamor de todos los que han perdido la dignidad porque no encuentran lo necesario y pide que la Iglesia sea “túnica de Cristo” también para cubrir a quienes han sido despojados, para que recobren la dignidad que les ha sido arrebatada”. En concreto, el Papa pide a los católicos “no mirar para otro lado ante las nuevas formas de pobreza y marginación que impiden a las personas vivir dignamente”. Formas que pueden ir desde “el no tener trabajo y no recibir un salario justo; no tener una casa o una tierra donde habitar; ser discriminados por la fe, la raza, la condición social”.

En conclusión, el papa Francisco precisa que el carácter social de la misericordia “obliga a no quedarse inmóviles y a desterrar la indiferencia y la hipocresía, de modo que los planes y proyectos no queden sólo en letra muerta”. Más bien ayuda “a estar siempre dispuestos a contribuir de manera concreta y desinteresada, para que la justicia y una vida digna no sean sólo palabras bonitas, sino que constituyan el compromiso concreto de todo el que quiere testimoniar la presencia del reino de Dios”.