La Santa Sede confirmó la sentencia de culpabilidad contra monseñor Anthony Sablan Apuron, de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos (OFM Cap), antiguo arzobispo de Agaña, Guam —territorio estadunidense de ultramar en el Pacífico— por abusos sexuales contra menores.

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El controvertido prelado había apelado la sentencia condenatoria en Primera instancia del Tribunal Apostólico de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dictada el 16 de marzo de 2018.

Sin embargo, como informó la Sala de Prensa de la Santa Sede este jueves 4 de abril por medio de un comunicado, el Tribunal, en Segunda Instancia, confirmó el pasado 7 de febrero de 2019 la sentencia “declarando al imputado culpable de delitos contra el Sexto Mandamiento con menores”.

Las penas impuestas por el Tribunal al ex arzobispo son:  

“Privación de oficio, prohibición perpetua de residir, incluso temporalmente, en la jurisdicción de la arquidiócesis de Agaña y prohibición perpetua de usar los distintivos propios del oficio de obispo”.

Con ello se cierra el caso y “no son posibles más apelaciones”.

Los delitos por los que ha sido sentenciado se produjeron cuando aún no había sido nombrado Obispo. Tras la primera sentencia, ahora confirmada, monseñor Sablan había insistido en su inocencia.

Los hechos del caso Anthony Sablan Apuron

Una vez que ex acólitos acusaron a Apuron de abusar sexualmente de ellos cuando él fue sacerdote, de inmediato —6 de junio de 2016— el Papa nombró al obispo Savio Hon Tai-Fai, secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, Administrador Apostólico “sede plena” de Agaña.

Desde entonces surgieron decenas de casos relacionados con otros sacerdotes en la isla y la arquidiócesis enfrentó demandas civiles por presuntos abusos sexuales de sacerdotes, valoradas en más de 115 millones de dólares.

Posteriormente —el 31 de octubre de 2016—, Michael J. Byrnes, hasta entonces obispo titular de Eguga y auxiliar de Detroit en EU, fue nombrado arzobispo coadjutor y tomó una serie de medidas disciplinarias y organizativas. Finalmente, el cardenal Raymond Leo Burke fue enviado a Guam para guiar la investigación canónica del proceso.

El Papa Francisco con el cardenal expulsado Anthony Sablan Apuron.

El 16 de marzo de 2018, los cinco jueces del Tribunal Apostólico de la Congregación para la Doctrina de la Fe emitieron una sentencia en primer grado contra Apuron, declarándolo culpable de algunos de los cargos, “incluidos los de abuso sexual a menores” e imponiéndole “las penas de cesación del cargo y prohibición de residencia en la arquidiócesis de Guam”.

“La sentencia —concluía entonces el comunicado de la Congregación— sigue sujeta a una eventual apelación. En ausencia de apelación, la sentencia se convierte en definitiva y efectiva. En caso de apelación, las penas impuestas se suspenden hasta la resolución final”.

Como era de esperarse el prelado apeló el fallo y en un comunicado difundido el 16 de marzo, dijo que “Dios es mi testigo; soy inocente y espero probar mi inocencia si la apelación procede”.

La apelación procedió y meses después —el 7 de febrero de 2019—, el Tribunal de Segunda Instancia confirmó la sentencia de Primera Instancia, “declarando al arzobispo culpable de delitos contra el Sexto Mandamiento con menores”.
Se ratifica la sentencia y es irreversible. Cero tolerancia del Papa Francisco.

Hay una apelación

El 26 de agosto de 2018, durante la conferencia de prensa en el vuelo de regreso del viaje apostólico a Irlanda, el Papa Francisco volvió a tratar el tema de la apelación.

El reportero Paddy Agnew, del Sunday Independent, le preguntó:

“La víctima Marie Collins, que usted conoce bien, indicó que usted no es favorable a la institución de nuevos tribunales vaticanos de investigación sobre el problema de los abusos sexuales y, en particular, los llamados tribunales de investigación sobre los obispos, sobre la asunción de responsabilidad por parte de los obispos. ¿Por qué considera que no es necesario?

El Papa respondió:

“No, no, no es así. No es así. Marie Collins tiene fijación con la idea. Yo estimo mucho a Marie Collins, a veces la llamamos en el Vaticano para que dé conferencias. Ella tiene la fijación con la idea de ese escrito, “Como una madre amorosa” (Carta apostólica en forma de motu proprio que habla sobre la remoción de los obispos, en el que se decía que para juzgar a los obispos estaría bien hacer un tribunal especial).

“Después se ha visto que esto no era factible y tampoco era conveniente por las diferentes culturas de los obispos que deben ser juzgados.

“Se toma la recomendación de “Madre amorosa” y se hace un jurado para cada obispo, pero no es el mismo. Este obispo es juzgado y el Papa hace un jurado que sea capaz de llevar ese caso.

“Es algo que funciona mejor, también porque, para un grupo de obispos, dejar la diócesis por esto no es posible. Así cambian los tribunales, los jurados. Y así hemos hecho hasta ahora. Han sido juzgados varios obispos: el último el de Guam, el arzobispo de Guam, que ha recurrido en apelación y yo he decidido —porque era un caso muy, muy complejo— usar un derecho que tengo, de reservarme la apelación y no mandarlo al tribunal de apelación que hace su trabajo con todos los sacerdotes, pero me lo he reservado.

“He formado una comisión de canonistas que me ayuda y me han dicho que, en poco tiempo, un mes como mucho, se hará la recomendación para que yo haga el juicio.
“Es un caso complicado, por una parte, pero no difícil, porque las evidencias son clarísimas; por el lado de las evidencias, son claras. Pero no puedo prejuzgar. Espero el informe y después juzgaré. Digo que las evidencias son claras porque son las que han llevado a la condena en el primer tribunal. Este ha sido el último caso. Ahora hay otro en proceso, veremos cómo acaba…”